2008/07/07

Martes por la Tarde


Silencio. Cuarto de hospital. Limpio, blanco, verde pálido muy tenue hacia el piso y azul cascarón hacia las lámparas fluorescentes. Eso imaginé antes de abrir la puerta. Allí estaba ella, como siempre. Sólo que esta vez irreconocible. Las ligeras sábanas blancas parecían una mermelada de la cual salía su cabeza, más pálida no la recuerdo, casi amarilla. Por un momento dudé y tuve que ver el número exterior mientras cerraba la puerta con laxitud.

-Hola - fue todo lo que atiné a decir mientras me sentaba en la silla al lado izquierdo de su camastro.

-¿Por qué tuviste que hacerlo?- Me sorprendió, no pense que me escuchara. A pesar de tener los ojos abiertos y más bien porque miraba a la pared frontal con una mirada vaga. Pero entonces había vuelto la vista hacia mi. Tibia y ligera, como si estuviera sana. Y es que ...

-¿Cómo sabes que fui yo?

-¿Cómo supe que eres tu? - Corrigió.

-No importa- agregó como para finalizar.

-¿Qué te hice?-Pausa.-¿Estas celoso de alguien?

M
e levanté huyendo de su cara y de espalda se me facilita la conversación, así que prefiero ver la actividad del estacionamiento porque esta vez he resuelto decirle que ocurre y mirando a sus ojos no podría mas que mentirle una vez más. De la misma forma que cuando murió su ex-novio.

-¿Siempre haz sido tu?

-Siempre haz sido tu- corrigió.

-Sí, siempre.

U
na larga pausa de ochenta y un segundos, aunque sólo conté cincuenta y seis.

-Porque te haz portado mal.

S
urgió una risa irónica de su congestionado pecho. Pude oír como alargaba una mano hacia mi. Quería desesperadamente que le mintiera, deseaba postergar, posponer, siempre para después pero yo había decidido no tomar más consideraciones y su inminente muerte fue la primera de mis acciones concretas para lograr que por fin nada estuviese entre nosotros.

-Tu no eres Dios para juzgarme.

-No - agregué - y sin embargo te juzgué y condené.

-¡Ah! Ya me condenaste.

U
na sombra de ironía y furia hasta donde su debilidad y juventud podían permitirle.

-Y ya purgaste tu culpa.

-¿Quieres decir que no voy a morir?

-De ti depende.

Q
uedó pensando un minuto y luego esbozó.

-Siempre eres tan críptico.

L
lené de aire mi caja torácica, lo expelí y sin voltear ni separar mis manos respondí.

-Siempre te ha gustado que sea críptico, sin importar si tiene significado o no. Gozas haciendo conjeturas sobre los silencios entre mis palabras, entre las ideas de mis pensamientos, entre las sonrisas de mis rostros.

-Eres un fanfarrón.

-Un fanfarrón que es el dueño de tu vida y alma mortal- tuve que reprimirme para limitar el tono de mi voz que estaba siendo de sobresalto.

-Mi alma es mía - reclamó.

-Tu alma inmortal es, cacofónicamente, tuya - respondí con aire abúlico.-

M
ientras estés viva, eres mía y por eso nadie que resuelva tocarte tendrá la suerte para repetir..

-Él no me tocó, nunca lo permitiría, ni de él, ni de ti, ni de nadie.

-Lo sé.

-¿Entonces que quieres? - Gritó. -- ¡Voltea!

-Calma, sólo tienes que elegir.

-Entre morir o vivir contigo.

-No tiene que ser hoy, pero si antes de mañana.

P
arecía confundida desenmarañando metáforas. Decidí ser más explícito y enfrentar esa preciosa cara convaleciente.

-La vida es una semana ...

-No entiendo lo de vivir contigo.

-Escucha, tendrás que ser mi compañera en la vida, será un paraíso, lo prometo. De cualquier manera al morir sólo nos queda el infierno.

-Siempre haz dicho que no hay ni infierno ni paraíso.

-Así es, pero lo que hay es más cercano al infierno, aún más que esto.

Q
uedó pensativa un segundo y luego dijo.

-¿Y cuándo será mañana?

-La vida es una semana que comienza el domingo.

S
onreí ampliamente para agregar el punto final a mi victoria absoluta e incuestionable. Pensando "Si tu me diste el poder, no iba a desperdiciarlo y es para esto que lo uso. No puedes recriminarme."

-Bienvenida al martes por la tarde - concluí.

2008/07/03

En Este Punto el Mundo ha Dado un Vuelco


En este punto el mundo ha dado un Vuelco.
No se si alguien más se dió cuenta, se percató de que por un instante la gravedad titubeó, como cuando uno da un vuelco en un coche. Por un segundo la masa desaparece y uno es libre de la gravedad.
Lo mismo pasó ayer. El mundo tomó una curva muy cerrada a exceso de velocidad y ahora se há volcado. Esta de cabeza sobre una curva aperaltada del universo.
No va a llegar ayuda, nadie sabe que estamos aquí. Lentamente escurre sangre por la frente, nada serio. El combustible se derrama sobre el asfalto y el calor del día lo evapora.
Simplemente continuamos nuestra vidas, volteados de cabeza con una herida en la frente. Seguimos conduciendo pero no nos percatamos de que no vamos a ningún lado. Lo importante es seguir adelante, sin importar cómo, a dónde o por qué.

Photo Credit: http://flickr.com/photos/jarhue2/