
Mi prisión tiene grandes ventanales que dan al pueblo. Puedo ver como la gente va y viene. Puedo ver el sol y la lluvia. Tengo tres habitaciones. Una cama, un baño, un sillón, una mesa y una pantalla o televisor que todo el día pasa imágenes sin que yo lo pueda apagar o prender. La comida siempre es sabrosa y nutritiva. La deslizan por una de tres rejillas, siempre donde no estoy, y llaman a un timbre. No tengo ropas, estoy desnudo pero nunca paso fríos. No tengo conque escribir o que leer. Paso el rato mirando imágenes en la pantalla o viendo gente en la calle.
Mi habitación favorita es la recamara. La cabecera de la cama da a un tragaluz y en las noches me tiendo a ver las estrellas sobre la cama y oír los sonidos de la noche. He visto ya la aurora boreal, lluvias de estrellas y un cometa.
En abril abro las ventanas y el aire se llena de polen y mariposas, siento la brisa primaveral en mi cara. Veo el cuelo azul de un buen día de verana y las nubes cargadas de lluvia y hielo en invierno.
Verano es cuando mas me gusta ver gente. Toda vestida colorida y de ropa ligera. Me entretienen sus risas y su andar apresurado a ninguna parte. No me interesa a donde van o de donde vienen . Sólo los minutos que pasan frente a mis ojos. Nunca nadie mira hacia arriba y allí estoy, a cincuenta metros de altura. Me quitaron las cuerdas vocales así que no puedo gritar. No tengo nada que arrojar salvo pedazos de uña y cabello.
En invierno la nieve cae pero nunca perdura. Siempre es arrastrada por la lluvia minutos después. El mejor momento del día es, calculo yo, unos minutos antes de las diez de mañana. Todo esta en silencios, todos en sus casas u oficinas. En ese momento si el viento sopla desde el oeste llego a escuchar el mar, que esta en dirección contraria a mis ventanales, al este.
No se si me gustaría mi prisión con vista al mar. A veces oigo a otro prisionero que grita de locura. Trato de comunicarme con el con golpes, pero nunca consigo respuesta. El mar lo habrá vuelto loco. El mar se oye por unos diez minutos antes de que el tren de las diez llegue. Después de eso no hay calma hasta el siguiente día. En la noche hay calma, a veces a las cuatro A.M., creo yo.
Algunas noches oigo peleas y me asomo a ver, pero siempre son sombras y ecos de el otro lado del pueblo. Creo que no esta permitido caminar frente a la prisión cuando el sol se mete.
Llegue aquí por propia elección, más bien por una elección que hice. Elegí a la mujer equivocada. No era el tipo de mujer equivocado, era la mujer adecuada, sólo la mujer equivocada. Si hubiera sabido lo que me pasaría con una simple elección, hubiera elegido otra, cualquiera menos esa. Al fin, todas son iguales porque todos somos iguales. Todas, menos, excepto, pero ella.
A veces pienso porque estoy aquí y no entiendo mis decisiones. Yo era tan feliz afuera, sin futuro, pero libre. No siempre comía y no siempre tenia techo donde dormir pero no siempre los necesitaba. No tenia preocupación alguna y la ansiedad era otra especia y sazón de la vida. Ahora sólo es un recuerdo.
Y es así que hoy, llevando la cuenta de los días en una pared arañada, cumplo diez años de haber entrado a la fuerza e inconscientemente a esta prisión que aísla de todos. Es cómoda, limpia y templada pero aburrida y aislada. Tomaron mi voz, mi libido y me dejaron con la contemplación y tres comidas al día.
Esta prisión se llama 'La Madurez' y se que se puede salir, aunque a veces se termina en el asilo. Que es otra prisión, pero prefiero y me he acostumbrado a la comodidad. Lo que es mas, extraño la irresponsabilidad, la aventura, la escritura, lectura y música. Todo eso se fue y despareció cuando me encerraron aquí.
Photo Credits: http://flickr.com/photos/annamalina/
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